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JOSÉ LUIS SÁNCHEZ CANSECO
*jlkanseco@hotmail.com
En la actualidad las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación(TIC´s) han penetrado nuestro contexto territorial indígena. Sin embargo, todavía en comunidades muy específicas se recrea una visión del mundo diferente a lo que esos vínculos de occidente ofrecen. Esa visión del mundo indígena como relaciones políticas, sociales, económicas y espirituales, que mantienen unos con otros como individuos; y la que mantienen en su conjunto con la naturaleza como hábitat que les rodea, encuentra un impacto con esta otra visión que trae aparejada las nuevas TIC´s.
Como realidad, este fenómeno descubre su primer diagnóstico en lo político: los conflictos poselectorales por la interferencia de los partidos políticos en las asambleas comunitarias y el reclamo por la igualdad para acceder a cargos de la comunidad por parte de las mujeres, en oposición a una hegemonía masculina que tiene como base los sistemas normativos internos, son ejemplos de asimilación de información del “occidente liberal democrático”. Como parte de los “derechos humanos” la libertad de creencia o de religión ha tenido consecuencias no menos complejas en su confrontación con los Sistemas Normativos Internos (llamados anteriormente Usos y Costumbres).
Se argumenta todavía que la imposición de occidente en las comunidades indígenas sigue siendo por la fuerza, lo que sin duda es cierto, como sucede en el ámbito del Positivismo Jurídico vs Sistemas Normativos Internos. Sin embargo, no podemos soslayar que existe también otra forma de conquista más sutil y por ello más efectiva en su largo plazo: el cada vez más creciente acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en las comunidades indígenas. Lo anterior, a manera de analogía en cuanto al tema de la tecnología, nos hace recordar el caso de la Alemania Oriental y la influencia que tuvo la televisión para el cambio de mentalidad de aquélla sociedad, que habría decirlo, asimiló paulatinamente otra forma de ver la vida diferente a la que le ofrecía el Estado Alemán Comunista.
El fenómeno sucedió en la Alemania de posguerra cuando los habitantes del Este alemán empezaron a comparar a su contraparte del Oeste. Así la televisión como invención de occidente influyó de manera importante en el proceso alemán que culminó en 1989 con la caída del Muro de Berlín. Los alemanes de oriente empezaron a asimilar productos e información de occidente por medio de la televisión, aun cuando había una represión del Estado para evitar el acceso a algunas mercancías, sin embargo en el comercio ilegal se adquirían muchos de estos artículos que se comercializaban en el sistema capitalista. Fue así que por medio de la televisión empezaron a recibir información del mundo exterior, de esta manera las barreras del Estado alemán se vieron traspasadas por una tecnología (las ondas electromagnéticas) incapaz de detenerse físicamente, al grado que llegó a ser inminente un movimiento ideológico, político y cultural que permeó –entre otros factores– a la sociedad oriental alemana de raíz comunista.
Este acontecimiento histórico, nos advierte, como una sociedad puede cambiar su sistema de vida o su forma de concebir el mundo (cosmovisión) a otra concepción totalmente opuesta a partir del acceso a medios de información tecnológicos.
Hoy en nuestras comunidades indígenas existe una resistencia política e intelectual pacífica que reclama el respeto a la visión del mundo indígena original, por otra parte; indígenas y no indígenas exigen la integración indígena a una sociedad occidental por medio de la igualdad de derechos políticos y sociales, como el de las mujeres a participar en cargos de elección o como el de acceso a servicios básicos que brinda un Estado supuestamente benefactor, pues la discriminación y la explotación histórica que han sufrido las comunidades proporcionan suficientes argumentos para ello, no obstante, el riesgo de incorporarse al mismo tiempo a un sistema de dominación por consumo, como en esencia caracteriza al mundo occidental.
Sin embargo, otra forma de concebir las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en nuestro contexto indígena, se articula en el sentido de acceder igualitariamente a estos medios tecnológicos ya que la falta de acceso es concebida como otra forma más de exclusión de occidente para con las comunidades. Cito:
“el uso de las tecnologías digitales se ha convertido en una nueva forma de exclusión de los indígenas, al mismo tiempo que, por un lado ayudan a lograr una democratización en el uso de distintos recursos, y por otro, innumerables posibilidades de crecimiento a los indígenas, que, por diversas razones en su mayoría, son marginados del ciberespacio… El problema es complejo, pues los pueblos indígenas reclaman ahora su derecho al total acceso a las TICs que, por lo pronto ha sido de manera limitada…”1
La exigencia de democratización de los medios digitales conlleva la ventaja de hacerse visible en una era globalizadora, donde una herramienta como el ciberespacio figura como medio práctico para la exigencia del respeto a los derechos colectivos indígenas, y al mismo tiempo, es un instrumento para mostrar la diversidad cultural y lingüística de nuestras comunidades, y en ese sentido, hacer saber a la comunidad mundial otra cosmovisión de las cosas y la importancia de la convivencia pacífica en la alteridad como aspiración de los pueblos a la paz.
Lo anterior, como ideal, es una bandera a seguir. No obstante, la realidad nos muestra la necesidad de comparar los extremos que tenemos: Derechos Humanos vs Sistemas Normativos Internos. El sentido de esta comparación es en un nivel jurídico la confrontación o colisión de principios (valores) que de fondo sustentan uno u otro extremo y que en nuestro país están contenidos específicamente en los artículos 1º y 2º de nuestra Constitución Política Federal.
De esta manera, por una lado, las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación nos abren como indígenas un abanico de posibilidades para la conservación de nuestra cultura entendida no sólo como folclor, sino como una forma perfectible de concebir la vida política, social, económica o espiritual de nuestras comunidades y pueblos indígenas, incluyendo desde luego, al “Pueblo Negro” o afrodescendiente como otra forma más de conservación de derechos diferenciados, que en su dinamismo y esfuerzo de alteridad pueden convivir (y aceptar gradualmente ponderando los extremos) con la otra forma de concepción del mundo: los derechos humanos. Por otro lado, como ya se argumentó, en las políticas integracionistas no se puede soslayar un factor tan determinante y de doble impacto, como son las cada vez más trascendentales TIC´s y su influencia como proveedoras de información y formas de vivir ajenas a la sociedad que las reciben, en este caso nuestras comunidades indígenas. En este sentido cabe reflexionar sobre el riesgo latente de asimilar, aceptar o interiorizar por parte de nuestros colectivos indígenas, un modelo de vida opuesto al que conciben nuestras comunidades originarias. Sin embargo, paradójicamente, encontramos en las Tecnologías de la Información y Comunicación el reto de asirnos a ellas como herramientas prácticas que nos ofrece esta compleja era digital para la defensa y difusión de nuestros derechos colectivos.